Poco antes de enfrentarse al cadáver de su esposa Sonia García en un quirófano, Juan Ortiz se entrevistó con Max Torres, el cirujano que estaba a cargo de la intervención laparoscópica que se iba a hacer su mujer supuestamente para corregir su reflujo gástrico.

“Se produjo un evento no programado en la cirugía”, fue la frase que el especialista escogió para preparar a Ortiz. Luego le explicó que le habían cortado una arteria durante el abordaje laparoscópico y le dijo que estaban trabajando para estabilizarla.

A la espera de Juan se sumaron sus dos hijos y fueron pacientes durante más de una hora. “No pensé que se iba a morir porque una cardióloga me dijo que era joven y que podía salir adelante”, recuerda.

Al cabo de este tiempo se asomaron al quirófano y, su versión, vieron abandonada a Sonia García sobre la mesa de operaciones y no hallaron a ningún médico o personal de la clínica que les explicara lo ocurrido.

La fallecida tenía 49 años y había ingresado al Centro de Cirugía Bariátrica Gastromed un día antes, la noche del 20 de mayo concretamente. Su cirugía, según el centro, era para recortar su estómago y estaba programada para la mañana del 21 de mayo.

“Yo la acompañé la noche que ingresó y quedamos que iría a recogerla cuando saliera de la sala de recuperación al siguiente día”, declaró Juan Ortiz ayer, mientras esperaba que los forenses practicaran al cuerpo de la víctima la autopsia en la morgue policial.

Este hombre de 53 años se mantuvo al margen de lo que ocurría en el quirófano porque estuvo supervisando el trabajo de un par de obreros que había contratado para levantar un muro de contención en su propiedad, ubicada en las faldas del Pichincha.

Estaba en eso cuando le llamaron de Gastromed y le pidieron que acudiera inmediatamente.

Apenas entendió que su esposa había muerto, convocó a la Policía y denunció el abandono del cuerpo y la fuga de los médicos.

Varias horas después las autoridades sanitarias clausuraron este centro médico que ha funcionado durante cinco años en la misma dirección de la avenida Brasil, en el norte de Quito.

La familia de la fallecida habla de negligencia médica y está decidida a seguir una acción judicial. Tienen de su lado a las autoridades de Salud y Policía que ayer ratificaron el cierre de Gastromed hasta que terminen las investigaciones.

El cirujano Max Torres en una entrevista con este Diario ha aceptado que hubo una complicación en el abordaje, causada por uno de los tres cirujanos de su equipo. “No queremos engañar a nadie, hubo una complicación causada por uno de los cirujanos que declarará cuando sea necesario”, dijo.

Añadió que esto ocurre en cualquier parte del mundo y que los pacientes firman un consentimiento en el que aceptan el riesgo que existe.

Torres, sin embargo, niega que su equipo haya abandonado el centro quirúrgico. “Estuvimos cuatro cirujanos, el último era un cirujano vascular que llegó después de la complicación, dos enfermeras, el anestesiólogo, un asistente de administración y el circulante encargado de quirófano”, dice.

Explica que durante media hora estuvieron hablando con la familia y que dejaron el cadáver en el quirófano por pedido expreso de la familia.

Sobre la clausura de Gastromed, es muy enfático en decir que fue arbitraria, pues tenían todos los permisos en regla y que contaban con los equipos necesarios para sus intervenciones. El centro tiene cinco años de recorrido y tiene un récord de más de 1 200 cirugías para ayudar a personas con
sobrepeso. Entre sus pacientes famosos figura Doménica Mena, presentadora de televisión.


Historial de Gastromed

Este centro de cirugía bariátrica y metabólica funciona desde hace 5 años. Han hecho más de 1 200 intervenciones.

El cirujano Máximo Torres se formó en Cirugía Laparoscópica Avanzada y Cirugía digestiva en la Universidad de Sao Paulo, Brasil.

La experiencia de este cirujano suma 15 años y ha hecho más de 10 000 procedimientos. Es el director del Programa de Cirugía Bariátrica y Metabólica del Hospital Eugenio Espejo.





Fuente: EL COMERCIO*